Es domingo, casi termina octubre, hace sol, dicen que hoy empieza el verano, es decir, aquí en Centroamérica, donde el verano es un ficción absurda. Es que aquí no tenemos verano, ni invierno, ni otoño y menos primavera. Tenemos Estación Seca y Estación Lluviosa, que se distribuyen en el año cada vez más caprichosamente: calentamiento global. Pero sí tenemos domingos, casi todos son como este, lleno de horas prometedoras, pero demagógicas. Un buen domingo siempre amanece con preguntas que se van despertando con un buen café y una alemanita Lido: ¿Hay que llamar o no hay que llamar a quién te llamó de madrugada para tomarse un par de tragos más? ¿Hiciste bien en tomártelos? ¿Qué fue exactamente lo que siguió a los dos tragos más? ¿Debo seguir mi vida como que no hubo llamada, ni dos tragos más, ni lo que siguió? ¿Podría?
Es domingo, y me da por entender con lucidez divina que, si existiera un dios, parar un domingo la creación para descansar eternamente era la mejor opción posible.
1 comentario:
De verdad, ¿qué tiene el domingo? ¿por qué se siente todo diferente? El café, el desayuno, las cortinas que se elevan con el viento, veo a la gente pasar por la calle, todos andan en shorts. Hasta el sol es diferente. ¿Qué será?
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