viernes, febrero 19, 2010

¿La mitad?

¿Por qué la humanidad está obsesionada con creer que cada uno solo es la mitad?

jueves, febrero 18, 2010

Matemáticas

Parece
que
vos + yo
no suma nada ya
ni la mitad de dos

factorizamos sonrisas
como rutina
somos incógnitas
de una fórmula algebráica
que no sirve para resolver nada

hemos corregido tanto
nuestro resultado
y aumentado al infinito
nuestras cautelas
que dar es una cuestión de restas

lo que queda demostrado
es que nos dividimos demasiado
que ya no nos conocemos

de tanto multiplicar velocidad y tiempo
se nos hizo insuperable la distancia

las matemáticas
no mienten
no son como nosotros

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PD: Así escribía yo en 1996.

miércoles, febrero 17, 2010

Cenizas

Llevabas ceniza en la frente y eras un violador, o un ladrón, o un mentiroso, o un homicida, o un explotador, o un tratante de personas.

martes, febrero 16, 2010

Alterno

Usted está ahí: escrito, bien puntuado, tildado, entrópico y literal. Al fin se dejó encontrar. No creí que fuera posible sentirlo más cerca. Usted sabe.

sábado, febrero 13, 2010

Contra el amor

El amor es un dogma, una idea que la mayoría de gente acepta como una realidad existente, y conduce su vida bajo su inspiración y sus reglas. Insinuar que no existe una realidad equiparable a la idea del amor es causa de lapidaciones morales, burlas, acusaciones y sandeces propias de los que defienden el equilibro de su mundo a puras abstracciones. Debo confesar que la idea del amor me gusta, aunque no la crea, como me gusta la idea de dios, más concretamente me gusta la idea de ser dios. Porque son ideas que evitan muchos inconvenientes radicales, aunque traen consigo muchos inconvenientes contingentes.
Ya le costó mucho a mi "primer amor" -y a los que le siguienron- lidiar con estas mis ideas que ya hace 23 años me alejaban del gran público, mucho le cuesta a la gente que se mantiene cerca mío, y no es que se queden porque algo de lo que yo argumente cale el dogma, sino porque me ubican en alguna categoría que les ayude a soportarme: excéntrico, bohemio, amargado, charlatán, sardónico y similares. Yo trato de no pontificar -a veces no lo consigo- porque no quiero adeptos, ni militantes combativos contra el amor, sé bien que no es una postura cómoda para vivir en sociedad.
A nadie le gusta enterarse de que sus relaciones son construcciones sociales con más componentes e intereres materiales que sentimentales. Que una pareja no se mantiene unida por la hermosa abstracción que es el amor, sino por conveniencia social, económica, institucional y, sobre todo, por el legítimo y simple temor a la soledad, y más concretamente, a la vejez en soledad. Todo deviene en una convergencia de patologías que encontramos en el índice de cualquier tomo de psicológía clínica y psiquiatría: ansiedad producto de la baja autoestima, o de inseguridades, o de paranoias, o de un sin fin de traumas y complejos. También desfilan la codependencia, baja tolerancia a la frustración, dependencias de todo tipo, entre otras más. Y sin duda, la parte hormonal (bioquímica) también hace lo suyo, provocando incluso afecciones y dolencias médicas.

Ante lo complejo que puede ser todo esto comprendo a la perfección que se prefiera y se defienda tan aguerridamente al amor como algo real y posible. Es infinitamente más fácil vivir contando con el dogma romántico, al menos es más fácil sobrellevar los episodios más patéticos de nuestra vida, y difrutar los más alegres, creyendo que obedecen al destino que los dogmas nos imponen. Basta enterarse porque se escogió a Valentín, obispo de Interamna Nahartium, en el año 270, como la isignia religiosa de los enamorados: Era un médico romano que se hizo sacerdote y casaba soldados: se dedicaba a casar en secreto a parejas que quisieran formar una familia. Esto le valió la cárcel bajo el mandato de Aureliano, sucesor de Claudio, quien ordenó su decapitaciñon un 14 de febrero de 270. La idea del amor, justifica casi todo, y los seres humanos vivimos para eso, para justificar y justificarnos.

He dicho.

lunes, febrero 08, 2010

Herido

Pero no del corazón, sino del dedo índice de mi mano derecha. Un vaso en la mesa. No encendí la luz. Lo tiré. Se quebró. Me corté. Sangré. Sobreviviré. A esto también.

viernes, febrero 05, 2010

La fuga

"Sin el temor al castigo, no existe el placer de la fuga". Por esa frase que el japonés Kōbō Abe usa de epígrafe en su novela "La mujer de la arena", fue que leí ese libro, de eso hace ya unos 13 años. La novela vale la pena, tanto por su discurso como por su forma: llena de imágenes tan limpias, claras y directas, como impresionantes. Hay una versión cinematográfica, también de un japonés, Hiroshi Teshigahara, que reinterpreta esta historia y entrega una pieza rara e inquietante, que también vale la pena ver. Pero yo aquí se supone que no hago críticas artísticas sino que hago... ¿qué hago?
El caso es que hoy he tenido la mentada frase en mi cabeza durante todo el día, no sé bien por qué, pero sospecho que mi subconsciente me está mandando mensajes, y como no tiene Facebook ni Twitter, utiliza el muro de mi memoria literaria para poner sus "status". Creo que "fuga" es la palabra clave. Creo que mi subconsciente me está diciendo que otra vez estoy en ese momento existencial en que me quiero fugar.
Es que sí. Cuando mis días empiezan a cuadricularse, mis noches a hacerse predecibles y la gente empieza a parecerme indigna de confianza, sé que ni mi aquí ni mi ahora son buena tierra para mí. No es que sea yo el más digno de los seres humanos, pero bien dicen que lo que uno exige a los demás es lo que a uno le hace falta. El colmo es cuando ya no me gusta ni lo que escribo, y eso quizás sea porque no me gusta lo que pienso.

Es viernes, son las 5:55 p.m., estoy a punto de salir de la agencia para irme a mi otro trabajo. No fue un buen día entre las jerarquías... Por lo menos hoy se estrena una buena película, y esa es la fuga posible por ahora. Pasen bonito resto del día.

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