jueves, julio 31, 2008

De parte de un escritor equivocado

"El periodista es un hombre que se ha equivocado de carrera". Frase del bueno de Otto Von Bismarck. Más que gustarme la frase, me golpea, y eso es parte de su encanto. Pues yo me equivoqué, y es un hecho de todos conocido. Ahora bien, me puse a buscar un significado preciso para mi equivocación, y, como buena costumbre, recurrí al diccionario de la Real Academia, y ahora les cuento como me fue:
equivocación.
(Del lat. aequivocatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de equivocar.
2. f. Cosa hecha con desacierto.
Bueno, dije, vamos por el desacierto:
desacierto.
1. m. Acción de desacertar.
2. m. Dicho o hecho desacertado.
Obvio, los verbos entonces:
equivocar.
(De equívoco).
1. tr. Tener o tomar algo por otra cosa, juzgando u obrando desacertadamente. U. m. c. prnl.
2. prnl. Dicho de dos o más cosas: Semejarse mucho y parecer una misma. Ese muro se equivoca con la fachada.

desacertar.
(De des- y acertar).
1. intr. errar (‖ no acertar).
Otro verbo:
errar.
(Del lat. errāre).
1. tr. No acertar. Errar el blanco, la vocación. U. t. c. intr. Errar en la respuesta. Era u. t. c. prnl.2. tr. desus. Faltar, no cumplir con lo que se debe. Disculpáronse los vasallos, si en algo habían errado a su señor.
3. intr. Andar vagando de una parte a otra.
4. intr. Dicho del pensamiento, de la imaginación o de la atención: divagar.
Entonces:
divagar.
(Del lat. divagāri).
1. intr. vagar.
2. intr. Separarse del asunto de que se trata.
3. intr. Hablar o escribir sin concierto ni propósito fijo y determinado.
Y para terminar:
vagar.
(Del lat. vagāri).
1. intr. Andar por varias partes sin determinación a sitio o lugar, o sin especial detención en ninguno.
2. intr. Andar por un sitio sin hallar camino o lo que se busca.
3. intr. Dicho de una cosa: Andar libre y suelta, o sin el orden y disposición que regularmente debe tener.
Así pues, hoy que es día del periodista el diccionario me lleva por caminos inesperados para un homenaje de parte de un escritor equivocado a los muchos y muy queridos amigos periodistas, y como bien dice Hugo Ojetti, "El periodista es sólo un escritor que cuando toma la pluma, no espera la inmortalidad". A saber.

sábado, julio 26, 2008

Afuera


A veces, cuando voy a tomarme un café —a veces a solas y a veces no tanto— me siento afuera, en las mesas que están afuera. Hay una ventana enorme, una vitrina, que deja ver hacia adentro, adentro del café. Y me gusta ver a la parejas solas, y me gusta recordar a José Hierro apuntando vistas en su Cuaderno de Nueva York. Las parejas se me han hecho fáciles de reconocer, siempre son dos que se miran (o no) de manera delatora. A veces son parejas que hacen juego, que se ven bien juntos, sus cuerpos se contestan fisonómicamente, a veces no. Se hablan (o no) de manera particular. No los oigo, solo veo sus rostros y sus gestos, sus maneras y sus ojos, los pronunciamientos de sus cejas y los ligeros ademanes de sus labios. Entonces imagino. Suelo tratar de descubrir quién quiere más, quién necesita menos, quién no está en paz, quien ya no quiere. Hay parejas más expresivas que otras. Las peleas son las más obvias, se sabe fácil quién reclama y quién se defiende, y suelo tomar partido, dependediendo de lo que mi imaginativa intuición me dicta. Veo pláticas cotidianas también y, luego de un momento de observación, les voy dando consejos que no les digo: sé más tierno, sé menos demandante, sé más tolerante, sé menos racional, sé más delicada, sé más atento, dejalo hablar, sonreíle, hablá, dejalo. Nunca me propongo descifrar el contenido de las pláticas, me interesa más el género, la intensidad, el grado de definitivas que puedan tener. Y así paso viendo desde afuera, imaginando y reconstruyendo, novelando. Veo a las parejas y sus amores, amores que no son sentimientos, sino relaciones, porque creo haber descubierto, con un prudente márgen de error, que el amor de pareja no es un sentimiento, no es abstracto, no es romántico, no es mágico. El amor de pareja es concreto, es humano, son relaciones y necesidades, son deseos individuales, son prolongaciones, adivinanzas, apuestas, acuerdos, inconstancias. Sin embargo, solo veo las parejas ahí adentro, y paso el tiempo contemplando. Y cuando mi café se ha terminado y me traen la cuenta y me tengo que ir, anoto en ninguna parte una conclusión eterna. Ningún amor se entiende desde afuera.

jueves, julio 24, 2008

Coincidamos


Cristina Peri Rossi llegó a mi noche, la trajo Elena, desde Huelva, llegó con Habitación de hotel, y en una sábana venía Noche de insomnio:

No me digas tampoco
que tendría que hacer algo contra el insomnio
porque no me quedan muchos años de vida
de modo que cada noche que duerma
será una noche menos de vida
y no es cuestión de estar echando por la borda
(dobra)
estas ganas locas que tengo
de estar despierta
de no dormir
de no envejecer jamás.
Una vez perdí una guerra
perdí un ciudad
perdí un país
perdí una casa
perdí cinco mil libros
perdí a mis amigos
perdí un amor.
No es cosa de ahora, a los cincuenta,
de perder también el insomnio
que me da la vida.

Sergio lo encontró un día en el asiento de atrás de mi carro, y nos lo leyó a Elena y a mí que veníamos en los asientos de adelante. Todos con ganas de ser insomnes, quizá no de cincuenta, pero insomnes. Mario me escribió anoche en mi muro: "[...} ok ok ya estoy desvariando. Tengo suenio pero no me puedo dormir, que raro. Escriba un blog al respecto.jajaja [...]". Hoy algunos insomnes se durmieron, y yo, un presunto rehabilitado, estoy despierto leyendo en mi cama Habitación de hotel, de Cristina Peri Rossi, y en la sábana 47 encontré de nuevo Noche de insomnio. Me siento y tecleo "Coincidamos". Lo demás ya lo leyeron.

sábado, julio 19, 2008

Cubrecamas de mamá


Mi mamá hace cubrecamas. Hace cualquier cosa con tela e hilos. Tiene montones de telas que compra compulsivamente desde hace décadas, no lo puede evitar, dice. En gustos no coincidimos mucho, a mí no me gustan los estampados, menos los de flores, y a ella le encantan, porque dice que las telas sin estampados (sin flores) son tristes. Sin embargo, a veces uso un cubrecama estampado, cuando tengo que lavar el edredón negro que mantengo, uno de flores en tonos de azul y con ribete. A mi mamá no le gusta mi edredón negro, le asusta, dice.

Creo que me gusta ese cubrecamas estampado con flores en tonos azules, y es muy suave ya, y tiene su juego de sábanas y forro de colchón, también obra de mi mamá, y son las sábanas más suaves que tengo. Hoy mientras lo ponía —creo que siempre que lo pongo— pensaba en mi mamá. Dura puesto dos o tres días, mientras el edredón negro vuelve de la lavandería. También cuando pongo de nuevo el edredón negro pienso en mi mamá, pienso en que, a pesar de que no le gusta, me hizo el forro y las sábanas. Por supuesto que no las hizo negras, pero las hizo sin estampado. Siempre ha sido así, un canje permanente de tolerancia y amor floral.

jueves, julio 17, 2008

Recuerda uno | Nueva York


Recuerda uno que hay una soledad irrenunciable, una calle sin tránsito comprensible y ciertas ganas volver a todos lados. Recuerda uno que no es de aquí, pero que allá tampoco es de allá y que nunca ha sentido ganas de no irse de ningún sitio. Recuerda uno que las mentiras son tan bonitas y casi imprescindibles para asegurar alguna alegría. Recuerda uno que duele en las rodillas estar perdido y que por más que se sepa cómo salir y cómo entrar, lo de perdido se lleva por dentro, y por eso es que no hay modo de encontrar caminos correctos. Recuerda uno que de la lástima al amor se puede ir uno a pie cantando, o no, una canción amortajada. Recuerda uno que cuando pasan los lustros solo somos hermosa piedra y que el cielo solo se dispone como un gato para que le rasquemos la panza con el abuso de la soberbia. Recuerda uno que hubo un tiempo de odiosos amores cabalgándole a uno las ilusiones hasta el final de un muelle como este o como aquel, en verdad como cualquiera, siempre y cuando sea de esos que revelan que hay límites y miedo y vertigo y suicidas supervivientes como uno, como este y como aquel. Recuerda uno lo fácil que es esperar que un semáforo diga si puedo o no dar el paso que sigue, que la belleza se anuncia gigantesca en agudas esquinas como de tiempo. En Nueva York recuerda uno a la ciudad que nunca conoció piel adentro, llena de palabras de trescientos pisos y luces que no se apagan nunca porque siempre es de noche, con un parque en el centro mismo del absurdo, demasiado grande como para llenarlo de una sola alma. En Nueva York recuerda uno que hay que viajar de vez en cuando, y que algunas veces el destino debe ser hacia adentro. Recuerda uno que si Nueva York te besa, puede que no sea tan voraz la metropolis que cargas por Nueva York.

(Del 20 de abril de 2006, foto en el Central Park)

El sexo mañanero


Ayer leía en El Universal, de México, un artículo de esos que lo remiten a uno a maravillarse del cuerpo humano y sus maneras. Les dejo aquí un resumen, hoy yo me acuesto temprano.

Un estudio de la Universidad de la Reina de Belfast, en Inglaterra, asegura que el sexo “mañanero” puede disminuir el riesgo cardíaco y aliviar la artritis. Eso sí, para que dé resultado debes hacerlo, al menos, tres veces a la semana. La investigación sostiene que dos relaciones por semana incrementa el llamado anticuerpo “IgA”, que provee protección contra microbios. Y como si fuera poco, también alivia la artritis y la migraña. Eso sin mencionar que, además, se queman cerca de 3 mil calorías por hora, además de disminuir el riesgo de diabetes, con el sexo a la mañana. En el caso de las mujeres, por ejemplo, el estudio demostró que las mujeres sexualmente activas por la mañana son menos propensas a caer en la depresión. Y en los hombres, aumenta la producción de testosterona, que permite tener huesos y músculos más fuertes, lo que ayuda a prevenir la osteoporosis. Por último, el “sexo mañanero” posibilita tener un cabello y piel más brillosos ya que estimula al estrógeno y otras hormonas asociadas con este aspecto. Finalmente, investigadores de la Escuela de Medicina de Yale, afirman que tener relaciones por la mañana protege a la mujer de contraer endometriosis, es decir, la aparición y crecimiento de tejido endometrial fuera del útero.

Que pasen buenos días.

Innombrable (fin)


Y nunca volvió.

Innombrable (interrumpido)


"Yo no sé si pueda contarles. Lo que había afuera es innombrable, no hay palabras que puedan articularse y unirse a otra, en una segunda articulación, para dar sentido a una frase que, a su vez, pueda guardar coherencia y cohesión con la siguiente para armar un solo párrafo que lleve a otro y al siguiente con el fin de dar cuenta clara y con sentido de lo que hay afuera. Yo casi no quiero ni recordarlo. Ni siquiera sé decir si era espantoso, asqueroso, impúdico o bochornoso, fue tal mi impresión, mi total desconcierto, mi absoluta disonancia cognitiva —cómo me gusta esa expresión— que por poco dejó a mi inconciente a cargo de mí, cosa que no sería en lo absoluto fácil, dada la manía obsesiva de mi mí de estar a cargo de sí mismo todo el tiempo. La sorpresa ha jugado un papel importante en mi exaltación, porque uno anda por la vida sin imaginar siquiera que a la vuelta de la mirada uno se convierta en testigo presencial de semejante cosa. No, no, no. Y no hay modo de establecer comparación para que me entiendan, ni forzándolos a imaginar que al abrir su refrigerador descubren a un osito celeste de 9.8 libras y con corazón latiente ivernando en medio de las cajas tetrabrik de leche descremada y deslactosada. Pues ni esa sorpresa, que seguro lo sería para cualquiera, es parangón. Quiero empezar a contarlo, pero no puedo. Reconstruir mentalmente las imágenes para elaborar el relato ya me cuesta revivir el susto, y quizá sea demasiado. Pero bueno, tal vez contarlo sea bueno, me ayude, me haga superarlo y pueda salir de este trauma en dos años al menos, y con ayuda de un buen psicoanalista en unos meses menos —tan chic que es tener psicoanalista—, lo cual sería conveniente pues mis vacaciones en Ibiza son para dentro de dos años, y las vacaciones de un traumatizado no son reales vacaciones, son como terapia, y yo no estoy ahorrando para una terapia, sino para irme de reales vacaciones. En fin, voy a poner de mi parte, por eso quiero decirles lo que me ha pasado de una vez. Venía yo caminando, ya no recuerdo de dónde. Ah, sí, venía de mi carro, que lo tuve que estacionar a dos cuadras porque hoy empezaron a reparar esta calle, y ya era tiempo, porque con el invierno queda llena de huecos enormes y nadie le responde a uno por las averías que eso provoca en los carros. Es que aquí no es como en Estados Unidos, donde uno puede demandar a todo el mundo por lo que le pasa a uno causa de un mal servicio público, aquí no, aquí no hay modo, solo toca sacar la tarjeta y pagar uno mismo. A una tía mía, le dieron quince mil dólares porque se dobló un tobillo en una grieta que tenía en pavimento en un paso cebra, allá en Brooklyn. Bueno, pero por qué me acuerdo de mi tía si lo que quiero es desahogarme ahora mismo para evitarme el trauma y poder irme, dentro de dos años, a Ibiza en pleno uso de mi salud mental. Bueno, justo ahora que estaba en condiciones, me llama mi jefe para algo que se le ocurrió que sería interesante que yo hiciera. Ya vuelvo", dijo.

martes, julio 15, 2008

Irreal


Hoy bien podría contar aquí que el sábado recién pasado tuve un percance de carretera, que a nadie le pasó nada malo, que solo mi carro tuvo un ligero golpe, que tuve que negociar con el interfecto responsable civil para que se hiciera responsable de arreglarme el golpecito, que logré que se hiciera responsable, y que daba miedo porque no tenía él cara de ser muy buen amigo de la ley. A eso, en consecuencia, agregar que he pasado sin carro dos días porque está en un taller lejano. También podría contar que luego del percance llegué a la playa, que era el destino final, y que la pasé entre amigos y muy divertido. Pero a veces contar las cosas que simplemente pasan, lo real, no es tan motivante.
Lo que quisiera contar es lo que hoy no puedo contar. Lo que se mantiene en el limbo de lo irreal, y lo irreal es un dilema de la realidad: lo irreal existe, porque afecta a la inteligencia sentiente, como diría Zubiri, como los sueños, como la fantasía, como el arte, como las emociones, como los mensajes de texto de buenos días que llevan y traen besos, como el deseo, como la ilusión y la posibilidad de la costumbre, como el talvez, como los planes, como el ojalá sin el despecho de la canción, como yo cuando escribo.
En fin, no voy a contar nada real hoy. Por si les preguntan, este post es irreal.

jueves, julio 10, 2008

Alarmas


A mí no me gusta el sonido de las alarmas de los despertadores. Mejor dicho, no me gusta despertarme por el sonido de las alarmas. Por mucho tiempo creí que no necesitaba despertador porque mi reloj biólogico siempre había funcionado bastante bien, hasta que dejó de hacerlo tan bien. Me resigné a usar despertador. Lo cierto es que desde que lo uso duermo mal. Sufro una suerte de estrés pre-alarma, es decir, siempre me despierto antes de que suene, unos 40 minutos antes y no me logro dormir, es como si mi instinto me advierte que ya va a sonar la alarma y que debo estar prevenido para no sobresaltarme (es que odio sobresaltarme en ayunas). De esa truculenta manera mi reloj biológico se ha reactivado, pero únicamente cuando he activado mi alarma ¿Quiero ser un caso para el Dr. House?

Por otra parte, la alarma de mi carro anda rara también. Desde hace 4 días el control remoto no desactiva la alarma por la noches cuando prentendo irme del trabajo a mi casa, no al primer intento, ni al segundo, ni al tercero. Debo esperar un rato, pasearme por el parqueo, sentarme en la banca de la parada del bus unos minutos, y luego, intentar un par de veces, tomarme otros minutos divagando por ahí, y luego, caprichosamente vuelve a funcionar todo muy normal. Mientras yo sospecho que mi carro (con todo y alarma) está adquiriendo personalidad y que yo había encontrado el ritual para complacer sus caprichos, un buen amigo me dice que no es nada del otro mundo, que simplemente hay que cambiarle la pila al control remoto. Es que hay gente que sabe quitarle a uno el delirio con sugerencias demasiado realistas.

Y por otra parte, hoy por la mañana, muy temprano, 7:30 a.m., el msn: "Quiero verte!!!", dijo. "Yo también quiero verte", dije. Eso me alarma.

miércoles, julio 09, 2008

8:03


Son las 8:03 de la mañana de hoy. Tengo 7 mimutos para decir algo que valga la pena decir a esta hora de la mañana. Y solo se me ocurre una frase del Diaro de John Stuart Mill, que bien podría contarse entre los prototipos de los blogueros de hoy. Este señor decía algo así: Vivo para que al final de cada día pueda decir algo importante. Me gusta la frase, me gustó el Diario completo. Y como yo no tenía algo importante que decir, me resultó prudente decir algo importante que alguien dijo ¿Se vale?

martes, julio 01, 2008

A 4 metros sobre el suelo

El fin de semana pasado me fui a Guatemala. En bus. En el segundo piso de un bus. En el primer asiento del segundo piso de un bus. Una ventana enorme me daba una vista a 270 grados del viaje, de la carretera y de lo que las carretera suele contener. A mí me impresionó, quizá sea una tontería para la mayoría, pero a mí me impresionó, hasta me conmovió. He viajado en aviones, pickups, y hasta en camiones enormes, pero esta vez fue diferente. Iba en un asiento que bien pudiera ser la butaca de un cine y la ventana era enorme. Fueron casi 5 horas de viaje, y poco a poco me fui acostumbrando a esa perpectiva de la vida. Todo pasaba abajo, los otros vehículos, los peatones, los árboles eran los que me mantenían conciente de que la altura no era demasiado: ramas chocaban agresivamente contra la ventanta, imagínense el susto que me daba cada vez creyendo que la rama se estamparía en mi cara. Pero uno va aprendiendo que la ventana nos cuidan.

De pronto empezó a llover. El agua sobre la ventana hacía juegos apsaionantes. Las gotas corrían hacia arriba, los chorros de agua no caían, subían y bajaban por la velocidad (sé que hay un término físico más preciso, pero lo ignoro). Me hipnotizaba el agua en la ventana. Fue entonces que se me ocurrió usar mi teléfono nuevo para grabar en video lo que veía. El efecto del agua en la ventana no quedó registrado (apenas dos 2.4 megapixeles) pero la perspectiva se aprecia, no sé si mi impresión, pero aceptenme el intento.

La ciudad a ras de piso también fue entretenida, pero no me dio ninguna perspectiva nueva que pueda contar aquí. La compañía sí fue muy buena, y mi sentido de pertenencia tuvo algunas reafirmaciones oportunas. Los reencuentros a ras de suelo siempre hacen que uno aprecie de otra manera los viajes, y sobre todo si uno tiene una ventana enorme enfrente mientras viaja a 4 metros sobre el suelo.

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