lunes, febrero 28, 2011

Anécdota

Dícese de una intensidad sin pasado ni futuro.

sábado, febrero 26, 2011

Melomanía

Hay historias que sólo son bonitas en canciones.

viernes, febrero 25, 2011

Paradoja

Me sos más extraño desde que te conozco.

Armisticio

Dejemos aquí esta guerra que no empezó.

jueves, febrero 17, 2011

Riámonos ¡carajo! *

Si te voy a extrañar,
voy a extrañarte bien,
con ganas de reir de tanta gana de volar,
con elegancia matinal
y garbo de señor.
Voy a extrañarte con albur,
como quien aprendió a reirse del dolor,
con cinismo demencial
y eufórico candor.
Te extrañaré así sin más,
por pura gana de incordiar,
faltándole el respeto a la ciudad
como arquitecto colonial.
Para extrañar con libertad,
voy a olvidar la seriedad,
lanzando risas de alquitrán
como payaso terminal.
Extrañarte será un placer,
como un masaje pero sin piel,
el último trago de un tinto infiel
en copa rota como aquel.
Para extrañarte tengo que rimar,
sentirme diametral, un clásico local,
septentrional sino boreal,
un constante delirar, una risa sin final,
una burla de matar, una histeria,
una forma insana de burlar...
Pero riámonos ¡carajo!
que no quiero llorar.



* Por favor lea: Cuento, de Carilda Oliver Labra

lunes, febrero 14, 2011

Sexo triste

Es una variedad que suele usarse en ocasiones de despedida. Suele ser inconcluso, porque uno no quiere que nada termine; suele ser distraído, porque uno quiere olvidar que es la última vez; suele ser rabioso, porque uno suele hacerse el fuerte; suele ser insistente, porque uno no se resigna; suele ser con música, porque uno no sabe qué decir; suele ser gracioso, porque a uno le gusta su risa; suele ser sin ventilador, porque uno no está para discutir; suele ser con sueño, porque uno se tiene que despertar; suele ser indiscreto, porque uno lo quiere gritar; suele ser sin reliquias, porque uno algo tiene que olvidar; suele ser a oscuras, porque así se aprende a extrañar; suele ser honesto, porque más no se puede perder; el sexo en ocasiones de despedida suele ser triste, porque uno al menos quiere escribir, porque uno quiere sobrevivir.

domingo, febrero 06, 2011

La última cama

Como tenía que ser. Blanca, maderas de origen, con mosquitero, grande, sobre todo grande, cabíamos sin abrazarnos, pero nos abrazamos para que soltarmos fuera un acto y no solo un concepto. La última cama debe ser así, con el precipicio lejos y los límites negociados, con tres fronteras por medio y suficientes horas de viaje como para no remontar por un impulso desahuciado de la nostalgia estafadora. Bueno, salta, apaga la luz y nunca olvides.

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