hechar nuevos colores sobre las paredes manchadas por la vida,
corregir las apariencias que tanto hemos salpicado de indecencias.
El tiempo es ese niño con un crayon en la mano
dispuesto a la emoción de contemplar
como su mano va trazando lo prohibido,
y a dibujar el histérico regaño de la calma.
Iluminemos de otro tono este silencio,
que la oscuridad no reconozca como suyo estos espacios;
basta renovar las intenciones de la misma escena,
basta la voluntad de una mano batiendo la brocha dócil,
basta creer que este mundo solo es un invento de la luz.
Es tiempo de pintar y de hacerle ceremonia a ese acto simple
de matar el tiempo cubriéndolo todo con espectros químicos,
como si fuera el acto más valiente que el destino nos reclama.
1 comentario:
Me es sorprendendente. Es de lo más vivo que le he leído. Es de un poeta que no conozco y me sorprende descubrir. Es poesía que acompaña.
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