sábado, marzo 20, 2010

Esas madrugadas

Esas madrugadas en las que el alcohol es la guía del camino, y generalmente nos lleva a lugares que la sobriedad prohibe. Claro, siempre está ahí (aquí) el mejor amigo, y así, juntos, pretendemos cuidarnos, sobre todo de nosotros mismos. Claro, a veces es una misión fallida. Esas madrugadas nos sacan la indecencia y varias verdades insolentes. Sacan lágrimas y deseos, y alguno que otro portazo, y suelen dejar alguna herida en la mirada, algún te quiero en la garganta, o una insoportable sensación de insuficiencia. En esas madrugadas somos vulnerables y quejumbrosos. Quizá hasta seamos más sinceros, si eso, acaso, es posible. En esas madrugadas nos comprendemos de otra forma y de otra forma nos necesitamos. A veces soy yo, y a veces es él, quien necesita esos paseos oscuros por el escenario sórdido del despropósito. Algo encontramos, algo perdemos, y luego volvemos, en otra madrugada, a tratar de recordar quiénes fuimos aquella madrugada. Me gusta que seamos los mejores amigos de esas madrugadas.

3 comentarios:

María Tenorio dijo...

La solidaridad del bolo le decíamos al fenómeno. Podés chupar con alguien --igual cantidad con majomenos los mismos efectos-- pero siempre hay uno que auxilia al otro en caso de necesidad (que suele haber más de una en las borracheras). Me hiciste recordar a mi querida amiga Patricia, que desde hace muchos años vive en Madrid, y las noches de Quinto Sol o de Luna. Abrazos

É.L. Menjívar dijo...

Qué seríamos sin esos episodios y esos personajes...
Abrazos para vos también, y para Patricia.

Alada, fuerte y azul dijo...

me recordó algo que nos debemos jajajaja

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