jueves, febrero 19, 2009

Murmullos de oficina en tiempo real

Llevo 10 minutos oyendo murmullos, y nunca me había dado cuenta que tan molesto puede ser escuchar vocecitas suavecitas, pero no tan suaves como para no escucharse, que no paran y que se intuyen con emoción (molestia, alegría, indiganción, no sé). Son dos mujeres que están a tres metros de la puerta de mi oficina y me dan ganas de salir a preguntarles si creen que no escucho nada. Pero no lo haré, esta es tierra de mujeres y no sé como me pueda ir si me asomo a semejante secretismo. Tres frases murmulladas se toleran, pero ya van casi 13 minutos en las mismas y no paran. Es molesto la verdad, al principio quizá por sentirme marginado de algo interesante, pero a esta altura, casi 15 minutos, ya es como cuando cae una gota de un chorro con empaques inservibles. Me voy al men's room, tal vez al volver se haya disipado ese ruido blanco [...] Fui y vine y sigue ahí, pasé frente a ellas y me ignoraron y ni mi presencia hizo que parara el murmullo. No sé si seré yo el aprehensivo, y hubiera querido acabar esto al mismo tiempo que ellas su murmullo, pero ya llevo 20 minutos escribiendo y tengo algunas cosas que hacer, son horas de oficina.

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