jueves, febrero 12, 2009

El arzobispo

Va y lo hacen hijo meritísimo y el Gobierno le da también la Orden Nacional José Matías Delgado en el grado de Gran Cruz Placa de Plata, y entonces él pide a la honorabilísima Asamblea Legislativa entrante que por amor a dios ratifique la prohibición constitucional del matrimonio entre homosexuales que la saliente aprobó, y los impíos diputados se persignan, y le dices que claro, que sí, que comonó, que con mucho gusto... Entonces él se ríe por dentro y satisfecho por su fechoría escupe hacia su alma, porque así son estos señores, buscan que todos seamos iguales a ellos: hipócritas, dizque célibes, sumisos despersonalizados que les repugna la libertad y la posibilidad de amar de los demás. Y no es que yo crea en el matrimonio -ni hetero, ni homo-, todo contrario, pero creo en el derecho a elegir y en eso que dice por ahora la Constitución de que todos somos iguales ante la ley, en eso que el arzobispo quiere que se ignore y que seguramente los diputados van a ignorar como buenos borregos de la fe electoral. El arzobispo llegó y ya se va, y de tantas cosas que podía haber pedido, quiso pedir más odio, más ignorancia, más intolerancia, más eternidad para las taras morales que nos retrasan. Ojalá no haya un dios que lo perdone.

1 comentario:

Unknown dijo...

La Ira.
La Ira.
me encanta.

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