La conocida historia de Elena y las termitas, aparte de provocarme una inicial indignación que se fue tranformando en la risa que provocan las comedias melodramáticas, me provocó un efecto fisiológico que me sorprende. Les cuento: Resulta que la imagen –mental y real– de las termitas comiendo y dejando esos huecos en lo que comen me provocan instantáneas piloerecciones, es decir, "pelos que se erizan debido a la acción de los músculos erectores del pelo, llamados piloerectores o pilomotores, a causa de una estimulación nerviosa del sistema simpático, que provoca contracción de los músculos erectores ubicado en la base de los pelos, esto hace que los pelos se eleven desde la base", es decir, piel de gallina. Nada que ver con otro tipo de erecciones. La cuestión es que el efecto es fantástico e incontrolable, solo digo la palabra termitas y viene la imagen y viene la piloerección, la piel de gallina.
No sé la causa, y ese efecto nunca me lo había provocado nada nunca. De hecho, cada vez que he escrito la palabra termita aquí sucede. Mi cuerpo y mi mente están entablando relaciones extrañas últimamente. Cualquier información útil, o inútil, para ser consecuente, será bienvenida.
3 comentarios:
No sé si esa publicidad o demostración de mi melodramatismo. En fin, ya estoy en Sevilla y al leer este post me psue también con piel de gallina.
Pooorque:
"Yo lo viví en carne propia".
Frase nunca mejor dicha.
Digamos que es publicidad para tu melodramática experiencia de vida en las provincias de Reino. Comprate una mantilla de en Sevilla, para tus viernes de dolores.
Termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita, termita.
Digamos que es un experimento médico.
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