lunes, abril 05, 2010

Ese gato

Se llamó Mishtum -nombre que todo buen aprendiz de wanabe le pone a su gato-, era un cruce simpático entre angora y siamés. Blanco con bonitas grises y pelo corto pero esponjoso, ojos de gato y cola como el final de un látigo cansado. Creo que era hijo de un Rayo. Llegó el gato como parte de esas terapias postrauma en las que uno debe aprender a cuidar algo, a hacerse responsable de algo, supuestamente para darle sentido a la existencia propia. Llegó el gato y pronto nos identificamos, se supo mío y para mí, me supo suyo y para él. Pasaba sobre mí la mayor parte del tiempo, lo recuerdo en mis piernas mientras yo escribía en mi época más compulsiva, lo recuerdo lanzándose sobre mis dedos mientras yo tecleaba porque pensaba que aquello era un juego con él, recuerdo su peso sobre mi espalda cuando me despertaba, lo recuerdo maullándome en tono de reclamo cuando volvía de un día completo de ausencia, lo recuerdo distanciado cuando empecé a salir más de casa, recuerdo la primera noche que no llegó a dormir conmigo, y como volvió después con tremendos arañazos cerca de sus orejas, recuerdo cuando le tuvo miedo a los sobrinos invasores, lo recuerdo indiferente para siempre a mi regreso de un largo viaje, recuerdo como no volvió a sentarse en mis piernas, ni a dormir en mi espalda, ni a ponerme en el centro de su existencia. Recuerdo como decidió vivir en los techos, recuerdo como un día no volvió más. La terapia de alguna manera funcionó, no precisamente en el sentido deseado, pero lo cierto es que desde entonces empecé buscar en todos ese gato que llevan dentro.

6 comentarios:

José Carlos dijo...

definitivamente uno de mis favoritos...

É.L. Menjívar dijo...

Sospecho que te gustan los gatos... jeje.
Gracias por el comment.

Mario E. dijo...

Curiosa afirmación la suya. Esa de que todos llevamos un gato por dentro. Quizá tenga razón, aunque unos lo portan un poquito más afuera que otros, digo yo. jajaja

Juan Sánchez dijo...

Con tu permiso, Élmer. Mi nombre es Juan José Sánchez y estoy cursando el seminario de graduación de la carrera de Comunicación Social, en la UCA.

La cosa está así: estamos, con mis compañeros de grupo, trabajando en una etnografía sobre las narrativas de país que se construyen a partir de los blogs escritos por salvadoreños. Nos gustaría conocer tus opiniones como periodista y bloguero, de ser posible, en una entrevista.

¡Gracias! Muchos éxitos.

É.L. Menjívar dijo...

Juan, con gusto te ayudo. Escribime a elmer.menjivar@gmail.com

Te adelanto que no estaré en el país hasta el próximo lunes, pero mandame por mail más detalles y vemos como podemos coordinar para la próxima semana.

Saludos,

Elmer

Beatrice dijo...

Lindo post Helmut! Yo siempre recupero el amor por los gatos, no importa si son "nuevos" o me los llevan prestados o recogidos. Aunque nadie lo cree, son bien moldeables y yo los hago a mi gusto, son bellos, son lo µáximo, tienen su carisma, y al igual que los búhos y los tiburones, la historia los ha mitificado y les ha hecho mucho daño. Lo bueno es que los conozco, y sé que quien tiene un gato o al menos a querido a alguno, es una persona especial. Gracias por escribirlo.

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