lunes, diciembre 16, 2013

Breve

Eres muy breve, me dijo. Me pareció curioso que lo dijera, sobre todo porque es cierto, y la gente dice pocas cosas ciertas. Soy muy breve, siempre he sido breve, pero la gente no lo nota. Los que lo notan prefieren callarse y no mirarme a los ojos, o, en su defecto, tratan de cubrir mi brevedad con su prolongación presuntuosa y lastimera. Pero ella lo dijo, y lo dijo como nunca nadie lo había dicho, al menos frente a mí. Sí, le dije ¿Cómo lo has notado?. No lo sé, me respondió como sorprendida en una indiscreción, Conozco muy poca gente breve, pero tan breve, solo a ti. ¿Me conoces? Le pregunté doblemente sorprendido. Sí, doblemente, porque no creía que en nueve minutos se pudiera conocer a alguien. Claro, me respondió con toda naturalidad, Te conozco muy bien, cuánto tiempo puedo necesitar para conocerte bien con lo breve que eres, es cuestión de física. Bueno, le dije, No lo sé, pero no había hecho esa relación física y es probable que tengas razón. ¿Eres mujer de ciencias?, le pregunté. No, me dijo, odio las ciencias. Soy mujer de flores. Claro, le dije, por eso es que sabes tanto de física. No te burles, y sonrió. No, perdona, le dije, Pero no estoy acostumbrado a pasear desnuda mi brevedad. Es natural, quiso decir, pero en lugar de eso dijo No se acostumbra uno fácilmente. Y tú, le pregunté, ¿a qué no te acostumbras tan fácilmente? A ser de flores, me dijo. Es cierto, me dijiste que eres de flores, perdona que lo haya pasado por alto. Me pasa siempre, me dijo, nadie se da cuenta de que soy de flores, y los que se dan cuenta prefieren callarse y no mirarme a los ojos, o, en su defecto, tratan de cubrir mi ser de flores con su áspero no-ser-de-flores. Entiendo, le dije, Entiendo muy bien.

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