martes, enero 12, 2010

Extraños

Dos viejos amanecen,
se saben.
Allá en su banco eterno
de aquel parque calculado,
cuentan sus migas y reparten.
Una mano tiembla,
el ojo llora
y no hay voz en qué reconocerse.

2 comentarios:

Alada, fuerte y azul dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ekis Ä Ene dijo...

eso se describe como un muy buen observador

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