martes, diciembre 22, 2009

¿Te esperaré?

¿Te esperaré? Este es sin duda un arranque de exagerado dramatismo quizá estimulado por el frío y el miedo al insomnio. Es que insomnio y frío no conjugan buenos verbos. ¿Te esperaré? Pues si me da por hacerle caso a las cartas de aquella gitana improvisada, sí te esperaré; si me da por hundirme en aquella mirada desamorada, no te esperaré. ¿Alquien tiene una margarita confiable?

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