viernes, marzo 06, 2009

Pescado seco


Mi tía Margo vendía pescado seco. Ella pasaba largas temporadas con nosotros en el pueblo, pero se regresaba a su pueblo durante tres temporadas al año: una, para el día de San Andrés, porque le hacían un rezo cada año en su casa; otra, dos meses antes del 2 de noviembre, porque ella hacía flores y coronas de papel crespón encerado que ya eran las tradicionales en su pueblo; y la otra, unos días antes de empezar la cuaresma, porque ella vendía el pescado seco que se come los viernes sin carne.
Mi tía margo se iba a buscar el pescado a San Miguel varios días antes del miércoles de cenizas, para "encontrar los más galanes", y decía que por eso la gente la buscaba a ella y no a las que solo vendían "el puro cuero con espinas". De lo que ganaba me llevaba dos billetes cafecitos, de dos colones, y también se compraba alambres y papel crespón de colores para prepararse para la temporada de flores de muerto. 
Mis hermanas y yo odiamos el guiso tradicional de pescado seco, pero, por suerte, teníamos a mamá Ana, la hermana mayor de mi tía Margo –quien crió a mi mamá–, que preparaba unas tortas de pescado seco en su puesto del mercado, esas tortas escondían el trozo espinoso de pescado seco en un torta de masa de maíz, lo envolvía en huevo y era servido en una sopa con guisantes y arroz: esa era la única forma en que mis hermanas y yo nos animábamos a probar el pescado seco. Pero aún así era un plato difícil para nosotros hasta que mi mamá encontró la forma de mejorar la receta de la abuela, es decir, hacerla para mis hermanas y yo comiéramos pescado seco en cuaresma: le quitaba las espinas al pescado seco –tarea difícil–, le quita la piel –que parece cuero–, luego desmenuza la carne y lo integra a la masa de maíz, luego lo fríe envuelto en huevo para ser servido como en sopa con arroz, guisantes y aguacate al gusto. Cada viernes de cuaresma comemos las tortas de pescado de mama Ana mejoradas por mi mamá, la única forma en que mis hermanas y yo comemos pescado seco sin posibilidad de rechazarlo, y vamos por la vida convidándoselo a los que vamos conociendo y queriendo.
***
PD:
A pesar de todos los cuidados y mimos que lleva la receta, yo siempre mastico con cuidado, porque mi tía Margo, que bien me conocía, siempre me canturreaba: "mentir y comer pescado quiere mucho cuidado".

4 comentarios:

HuelveElena dijo...

Quiero conocer a la tía Margo!

HuelveElena dijo...

Quiero conocer a la tía Margo!

Alada, fuerte y azul dijo...

¿Y dónde compro el libro para seguir leyendo tanta historia linda que escribe usted?

Iván Zepeda dijo...

Wooow, que bonita historia sobre el pescado seco, jamas pensé tener que buscar algo así, muchas gracias. :)

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