viernes, marzo 10, 2006

El inútil de la familia


No fui útil nunca. Nunca traje ni produje provecho, comodidad, fruto o interés. Estudié porque me supe inteligente y me gustaba hacerlo notar. Aprender era fácil y superar lo aprendido me fue natural. Pero las cosas útiles terminaban aburriéndome. Todo perdía su encanto cuando dejaba de ser puro gusto y se convertía en necesario. No me gustan las cosas necesarias, las personas necesarias, las palabras necesarias, los horarios necesarios. Amé a mis maestros más inútiles, los más enamorados de lo menos productivo. Me enfrenté siempre a los que aspiraban memoria y agradecimiento. Solo respeté a los que sabían más de lo que yo llegaría a saber. Fui un mal alumno de obligaciones. No supe ocultar mi desprecio cuando lo mejor era sonreír y prestar el espejo. Mal lo han llevado mis jefes y mis amantes: no hay nada más insoportable que un inútil que se niega a ser imprescindible. Mis amigos tuvieron mejor suerte. Siempre hace falta un inútil que ocupe tiempo muerto, que piense en lo que ellos no piensan y que dedique inútil tiempo a observarlos bien para saberlos y calcularlos en sus acciones, pensamientos y omisiones. Así me hice sabio en amigos, sabio en personas, en los otros, por eso escribo textos inútiles que en sí mismos no sirven para nada. Sin embargo, sé que existe la utilidad involuntaria de la palabra escrita. Siempre hay alguien que lee y llora, que lee y sonríe, que lee y se enoja, que lee y se suicida, que lee y se excita, que lee y se sonroja, que lee y compra, que lee y vende. La utilidad acecha, de eso no tengo dudas, y negarlo es inútil, por eso gozo negándola. Trabajo, claro, porque mi inutilidad tiene que sobrevivir, y uso la palabra, y digo que mi trabajo es bueno, que mi trabajo es importante, que quiero mi trabajo, así finjo inútilmente que soy útil. Qué inutilidad suprema, innecesaria y soberbia. Entonces quise ser el creador inútil que emborrona papel y levanta vidas, y paisajes, y ciudades, y emociones, todo tan inútil como un libro cerrado. "¿Qué decís? ¿Que es inútil?", decía Cyrano, "Ya lo daba por hecho. / Pero nadie se bate para sacar provecho. / No, lo noble, lo hermoso es batirse por nada". Soy, pues, el inútil de la familia. Y no me ha sido fácil. Nada fácil.

2 comentarios:

Lorenzo Morales dijo...

Pues para mi ha sido muy útil saber que el amigo Elmer se arriesga en este nuevo medio. Ya ves como son las cosas por aquí: aunque no me advertiste que estabas en la web, al final todo se sabe.
Te felicito.

É.L. Menjívar dijo...

Todo se sabe, eso es cierto... Pues me alegro compartir también estos espacios contigo. Otro abrazo.
Elmer

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