Fue un placer habernos amado, besado.
Fue un placer habernos roto el corazón.
— Jaime Sabines
Fue un placer habernos roto el corazón.
— Jaime Sabines
Llegó tarde. Pero esa vez llegó. Claro, llegó para irse, pero no se fue. Se quedó y se fue quedando. Trajo su ropa, sus vasos, sus ganas, su olor. Trajo el desayuno y la avena. Trajo sus dudas. Trajo sus brazos, su sexo, sus preguntas. Trajo mi calma. Trajo su lucha. Yo no traje nada. Es que, a veces, uno solo sabe que tiene el corazón roto cuando quiere volver a usarlo.
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