lunes, julio 09, 2012

El amor de Higgs

Pudo ser una tarde, porque las tardes son proclives a la búsqueda. Pudo ser un martes, porque los martes son proclives a la fuga. Pudo ser en un bosque, porque los bosques son proclives a los cuentos. Pudo ser un físico, porque los físicos son proclives a la angustia. Pudo ser la materia, porque la materia es proclive a las preguntas. Pudo ser una ecuación, porque las ecuaciones son proclives a la eternidad. Pudo ser un presagio, porque los presagios son proclives a cumplirse. Pero —y en esto solo especulo— también pudo ser el amor, porque el amor es procilve a esas colisiones que desintegran en ínfimas como infinitas partículas todas las esperanzas conocidas.

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