viernes, octubre 31, 2008

31 de octubre

Fue en una fiesta de disfraces
usted andaba de usted
y yo andaba de mí
y aún así nos reconocimos
yo lo retaba a descifrarme desde mi camisa
y usted lleva ya tres años
explicándome como soy

Yo supe todo de usted
con alevosía y ventaja
lo encontré casi anónimo
y usted solo respodió
un almuerzo italoamericano
luego una cena y un beso robado
y el prólogo empezó

Lo demás lo contamos a diario
como se cuentan la historias que hacen dos
y usted sigue de usted
y yo sigo de mí
tan distintos y tan iguales
y aún así nos reconocemos
diciéndonos usted en medio de todos
como código secreto de intimidad

jueves, octubre 30, 2008

30 de octubre

Hay ruido
como silbidos de gigantes
y no hay nada que se quede quieto
es frío en piel viva
en las cosas
y en los sueños
es el viento

El viento
es como vos
mi princesa lejana
que silbás desde el imperio
las canciones que te mando
y recorrés impertinente
y sin perderte
los vericuetos de mi memoria
desordenando todo
dejando como al descuido
tus joyas más preciosas
esparcidas en cualquier lugar
siempre olvidada
pero certera cuando se trata de encontrarme

El viento es como vos
amiga íntima de mi palabra
el Auryn de mi historia finita
que nos retrata eternos hasta que dure
como el ingenuo perfume de mandarinas
que buscaste ilusionada al cerrar el libro
que nos hizo entender que amar es devorarse
y ya no hubo vuelta atrás

El viento hoy es como vos
este 30 de octubre
de un año calquiera
que golpea mi vida completa
como queriendo poner el mundo en fiesta
y yo solo te pienso
y sonrío
y te escribo
amiga íntima de mi sonrisa

miércoles, octubre 29, 2008

29 de octubre

A veces quiero decirte quien sos
porque solo yo lo sé
porque yo te inventé
yo te puse cada gesto y cada urgencia
sin mí no estarías en cuentos ni poemas
yo te di cada milímetro de memoria
te instalé en la eternidad de mis catedrales
yo dibujé tus cicatrices como labios
y marqué ritmo a tus pasos
dispuse tus tropiezos y puse lágrimas en tus ojos
boceté tu boca y le indiqué como besar
diseñé tus defectos y tus miradas de rabia
yo te enseñé a mentir con el silencio
a no gastar palabras de amor
a plantarte con soberbia ante la duda
yo te enseñé como quererme
a permanecer ahí aquí antes y después
y a llegar puntual cada 29 de octubre a mi calendario

Y a veces quiero decirte quien soy
pero eso solo vos lo sabés
porque vos me inventaste

Transiciones

Son varias y distintas, con el agravante de ser simultáneas. Una transición es la "Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto", dice la RAE. Yo digo que son momentos de pureza: uno se despoja de lo que piensa que es y se va de donde uno cree que está. Y así sin la propia mediación, uno es lo que de verdad es, pero no hay modo de darse cuenta.

De un trabajo a un proyecto
De la lluvia al viento
De la pasión al dinero
De la voluntad al desconcierto
Del desvelo a más desvelo
De la paz a la guerra
Del desencanto a la indiferencia
Del desayuno a la vida
De la palabra al cenicero
De la soledad a la sonrisa
Del saludo al silencio
Del compañero al enemigo
Del amigo a la ausencia
De la distancia a lo imposible
Del talvez al nunca
De la ilusión al frío
De vos a mí
Del tango al miedo

domingo, octubre 26, 2008

45 minutos antes de mañana

Sigue siendo domingo, pero solo por 45 minutos más. No fue un día de muchas respuestas acertadas, pero como bien decía Scarlett O'Hara, "Mañana será otro día".

A quien interese: Playlist ampliada

Eso mismo: que he ampliado mi Playlist, al final encontrarán lo nuevo.
Disfrutémoslo, apaguémoslo, bajemosle el volumen, lo que gusten.

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PD1: Rafa, agregué Ni usa sola palabra. Clu, ya está por ahí Amiga mía. Jordeke, también puse Algo contigo.
PD2: No son dedicatorias actuales, conste. Valga la aclaración por aquello de las parejas y los parejos en extremo suspicaces.
PD3: Sospecho que no soy objeto de lectura de las parejas y parejos aludidos, pero no sabe uno los alcances de la suspicacia parejil.
PD4: Ningún parecido con la realidad es coincidencia.
PD5: Solamente.

sábado, octubre 25, 2008

Post de un domingo ¿cualquiera?


Es domingo, casi termina octubre, hace sol, dicen que hoy empieza el verano, es decir, aquí en Centroamérica, donde el verano es un ficción absurda. Es que aquí no tenemos verano, ni invierno, ni otoño y menos primavera. Tenemos Estación Seca y Estación Lluviosa, que se distribuyen en el año cada vez más caprichosamente: calentamiento global. Pero sí tenemos domingos, casi todos son como este, lleno de horas prometedoras, pero demagógicas. Un buen domingo siempre amanece con preguntas que se van despertando con un buen café y una alemanita Lido: ¿Hay que llamar o no hay que llamar a quién te llamó de madrugada para tomarse un par de tragos más? ¿Hiciste bien en tomártelos? ¿Qué fue exactamente lo que siguió a los dos tragos más? ¿Debo seguir mi vida como que no hubo llamada, ni dos tragos más, ni lo que siguió? ¿Podría?
Es domingo, y me da por entender con lucidez divina que, si existiera un dios, parar un domingo la creación para descansar eternamente era la mejor opción posible.

jueves, octubre 23, 2008

La gota


Que me vaya de aquí, me decís.
Pero no me llevás.
Que no estás, me decís.
Pero no te vas.

Es como cuando llueve (ahora) y oigo llover, pero está oscuro y la lluvia no se ve, pero llueve, porque juro que oigo llover.

Que me vaya de aquí, me decís.

Es como cuando llueve (ahora), que quiero ser la gota del otro lado del cristal.

Que me vaya de aquí, me decís.
Y yo me quiero ir.

martes, octubre 21, 2008

Mi vida no es tan fácil como se lee

Hoy lo dije (escribí): "Mi vida no es tan fácil como se lee". Cosas que uno dice (escribe) por pura gana de resultar ingenioso, pero algo pasa en algún rincón de los sesos con el ingenio que frases como esta van adquiriendo fuerza de realidad. Es cierto, mi vida no es tan fácil como se lee, porque resulta que al escribir episodios de mi vida, nunca es mi vida, se parece, eso sí, me tomo la libertad de hacer ficción, inspirada en mí, pero ficción, y resulta fácil lo que se lee, al menos eso creo. Quizá creo eso porque yo sé como es mi vida, y es mucho más dificil de lo que leo que escribí. Quizá escribo por eso, para aligerar. A veces escribo compulsivamente, divirtiéndome, desahogándome, martirizándome, y no me puedo contener (quizá sea yo un hipocondriaco: leí sobre la hipergrafía y ya estoy creyéndome Dostoievsky). Conciente soy de que estas líneas, ni otras por aquí cerca, no pasarán a la historia de la literatura, con suerte pasan ante los ojos de quien se toma el rato de leerme, y a veces me pregunto "¿por qué me lee quien me lee?", y las respuestas no son claras, entonces sigo escribiendo, me es fácil, aunque a veces me haga daño, o haga daño. Lo más dificil de mi vida quizá sea este embrollo de la vida misma desde mí mismo, no siempre estoy bajo la sombra, y el sol me quema o la lluvia me ahoga, duermo poco y suelo estar solo. Estar solo ya no me molesta tanto, me alivia la incomprensión, me la evita, también me evita la frustración de buscar compañía. Quizá por eso escribo, porque al menos quiero ser un solitario profesional, porque según Gabriel García Márquez “escribir es el trabajo más solitario del mundo”, entonces quizá “escribo porque para mí no hay otro destino”, como decía Jorge Luis Borges, aunque mi destino y el de Borges no tengan absolutamente nada en común, y sea yo solo un delirante egocéntrico con la autoestima venida a más, “hay que ser un neurótico para dedicarse a esta tontería", le dice un amigo por teléfono a Augusto Monterroso refiriéndose a la angustia de escribir. Escribo y mi vida se lee fácil, pero eso es porque escribo, pero mi vida no es tan fácil como se lee. Créanme, aunque me lean.

lunes, octubre 20, 2008

"Contra los bloggers"

Por favor pulsen aquí y lean.

Bueno, lean la revista entera que no tiene desperdicio.

Solamente.

Excluyentes


Somos excluyentes. De alguna manera todos somos excluyentes cuando nos sentimos incluidos, cuando nos sentimos parte, indentificados, gregarios, nosotros frente a ellos. Excluimos, a veces, sin intención, otras con alevosía. Apartar a los otros es una manera de saltar en medio de la fila, de procurarnos atención cuando somos fuertes, cuando somos plural. La exclusión es simbólica: hablar en otro idioma que los demás no entienden, hablar en códigos de vida en común, hablar de temas de incunbencia limitada, gritar en grupo, hablar en secreto, dar la espalda, no hablar, hablar sin dirigirse a los demás, son muchas formas en que se puede ser excluyente, y quizás son más abundantes que las de ser incluyente. Somos excluyente y es hermoso ver, a veces, a los excluyentes defendiendo su derecho a construir su nosotros, sin nosotros, y es difícil no caer en la tentación de decírselos así, aunque no nos importe, solo para pintar la raya. Ustedes nos sabrán disculpar.


miércoles, octubre 15, 2008

Él

Él tiene un discurso. Detallado, específico, egoista, descarado y demoledor. Él no se gusta, pero se admira así. Inaccesible, frío, utilitario, insensible, calculador y perturbante. Así es especial. Así exhibe su temple inquebrantable. Él no es feliz, pero prefiere no ser uno más. Él es así, un solitario desdichado, y sufre, pero se admira así, y es lo que más necesita, mucho más que ser uno del montón que necesita verse en la mirada de otro. Él.

A veces


A veces, sin saber por qué, es de madrugada. Es de madrugada y empiezo a pensar. A pensar en alguien que no conozco, que nuca he visto, pero sé su nombre, su talla de pantalón, la marca de su champú y el color exacto de sus ojos. Sus ojos es lo primero que veo, que me ven, que no están ahí, pero que lo saben todo. Saben todo lo que pienso y lo que voy a pensar, que no quiero volver, que no quiero salir otra vez sin querer ir donde voy. Donde voy siempre hay preguntas y tareas confusas. Confusas también son las ideas que se levantan sin gravedad de mi teclado, que flotan por ahí como si fueran importantes. Importantes digo, y no sé lo que digo, solo a veces.

Perdido y encontrado


Peor que sentirse perdido es sentirse encontrado. Ahí donde todos saben donde está uno, y uno sin moverse, sin hacer muecas demás como esperando que le tomen la foto, la foto no, que lo retrate un pintor calvo con bigote, con ojos chiquitos y manos regordetas: quieto, no se mueva que no va a quedar bien. Antes, cuando tenía esa facilidad para sentirme perdido, también me sentía libre y reía a gusto, no por nervios. Es que era lindo sentirse un tal Jesús de 13 años, hijo de dios, vagando libre de los ojos del padre putativo y la madre virgen, era lindo andar perdido en el templo hablando y sorprendiendo a los maestros de la ley que preguntan cosas —quién sabe qué cosas— que no se le preguntan a un niño de 13 años, aunque este niño sea el hijo de dios, era lindo sentirse perdido así, en pleno uso del bendito albedrío. No era tan lindo estar y ser encontrado, regañado, vilipendiado y, por sobre todo, incomprendido, borrado y vuelto a encontrar ya con 33 y ya para matarlo —¡vaya guionista!.
Ahora, precisamente ahora, por todo esto es que digo que peor que sentirse perdido es sentirse encontrado.

lunes, octubre 13, 2008

¿Qué será?


Los buenos publicistas quisieran ser artistas,

pero los verdaderos artistas no quieren ser publicistas.

viernes, octubre 10, 2008

La escritura, el lenguaje, los ausentes y Sigmud Freud


"La escritura es el lenguaje del ausente", frase bendita de Sigmud Freud (no tiene blog Miguel), este señor sospechoso que nos metió la desconfianza en el espejo, dejó escrita esta frase en "El malestar de la cultura", quizá uno de mis textos favorito, al que le dediqué algún ejercicio académico en mis momentos de pseudosesudo intelectual estudiante de filosofía y si le hacen clic a la parte coloreada podrán leerlo tal cual fue digno de un 10.
Pero bueno, el punto no es mi 10, es que la frase en cuestión la tiene mi amiga histórica (histérica, estoica) es su nick. Dicha amiga, es mi amiga desde hace 22 años, es mi primer amor, 9 años de novios desde los 13 años. Es decir, nos hicimos uno al otro, porque no había nadie más que los dos en esos años de tribulaciones adolescenciales. Fue la primera novia y amiga que se fue del país. Se fue así, derepente, y durante un año más seguimos como novios distanciados, y otro más como ex conflictuados (y distanciados) saboteándonos a control remoto todo intento de relacion amorosa. Al final supimos ser los amigos que siempre fuimos, y ahí estamos, siempre escribiendo. El cuento viene a que con ella empecé a escribir y recibir cartas, escritas a mano, sobre papel y enviadas por correo que tardaban unos 12 días en llegar. Del primer año tengo 36 cartas, del siguiente unas 20, cartas largas, llenas de historias, de distancia y de ausencia. Ella es psicóloga, de escuela psicoanalítica, y Freud siempre fue un tema recurrente. Nos hacía gracia como el índice de sus obras completas nos describía. Nos escribíamos así, casi obsesivamente, hasta que un buen día apareció el Internet y el email. Dejamos el papel y el lapicero, y nos dedicamos a teclear. Algo pasó. Antes, acumulábamos la vivencia de 15 días en una carta, con el email, podíamos enviar y recibir a diario nuestras historias, pero dejaron de ser las eran. A veces eran forzadas, como escritas porque había que escribir. La posibilidad diaria de comunicarnos nos rompió el encanto de la correspondencia, de la distancia, de la ausencia. Nos fuimos haciendo otros, muy parecidos, pero distintos a los que nos hicimos en tinta y papel, que ya eran distintos a los de carne y hueso. Cuano vi su nick el otro día, tuvimos una breve comunicación:

Elmer: yo soy un ausente pues :D
Alicia: un ausente? ah.... sí
Elmer: porque uso la escritura pues
Alicia: a poco no está lindo?... y muy cierto
Elmer: sí
Alicia: en aquellos tiempos
Elmer: sin messenger
Alicia: sí, eso nos pasó a perjudicar y le da a Freud la razón... del engaño de la tecnología
Elmer: cree?... no, no es un engaño
Alicia: sí, nos hace creer más cerca, pero finalemnte nos comunicamos menos no? entonces no acorta la distancia sino la comunicación... me refiero en el engaño a la tecnología, no a la escritura
Elmer: ...
Alicia: ...
Y sí, algo tienen de razón Freud y Alicia. Y buscando escontré a otro señorm, M. Escola (tampoco tiene blog Miguel), diciendo cosas que le ponen un poco de orden a las ideas estas:
La “autenticidad” de una carta/letra, lo que constituye su valor, reside en esa distancia, que quiere (en mi lugar) que diga siempre más de lo que “yo” quería inicialmente. El “Yo” se deja allí desbordar. Por eso precisamente la palabra epistolar no puede ser un sustituto del intercambio oral: lejos de ser inmediata, la expresión de sí misma que pretende está poderosamente mediatizada por la ausencia del otro y el ritmo mismo de la escritura. ¿Por qué debería mi práctica epistolar obedecer a convenciones tan immutables, sino para conjurar el vértigo de ese desborde?
Lo cierto es que escribir una carta, un email, en el msn, un post, un blog entero, nos declara ausentes ¿Adictos a la ausencia?


jueves, octubre 09, 2008

Apenas un poema

Apenas lloramos, apenas volamos,
apenas volvemos, apenas silbamos,
apenas goteamos, apenas ingerimos,
apenas tenemos, apenas transgredimos,
apenas decantamos, apenas penetramos,
apenas descendemos, apenas martillamos,
apenas amortizamos, apenas descontamos,
apenas parecemos, apenas intrigamos,
apenas elucubramos, apenas resplandecemos,
apenas ocultamos, apenas ofendemos,
apenas insistimos, apenas palidecemos,
apenas horneamos, apenas pulimos,
apenas sublimamos, apenas masticamos,
apenas deletreamos, apenas dividimos,
apenas recordamos, apenas hostigamos,
apenas dispensamos, apenas recorremos,
apenas coloreamos, apenas apretamos,
apenas barnizamos, apenas adoramos,
apenas destornillamos, apenas surcamos,
apenas condenamos, apenas enhebramos,
apenas invertimos, apenas fornicamos,
apenas fraguamos, apenas enamoramos,
apenas comprendemos, apenas curamos,
apenas vilipendiamos, apenas capturamos,
apenas zurcimos, apenas compadecemos,
apenas contentamos, apenas esmerilamos,
apenas posteamos, apenas, apenas, apenas.

Sueño sin soñar

Tengo todo el sueño del mundo,
pero no consigo dormir,
ni soñar
todos los sueños que tengo.

martes, octubre 07, 2008

Fiestas


A veces voy a fiestas. Suelo salir huyendo. Las fiestas me recuerdan las misas de mi infancia de pueblo: rodeado de gente, de mucha gente, demasiada gente. Casi siempre perdía la conciencia y al recobrarla estaba en la entrada de la iglesia con mi tía Margo dándome aire con un diario, y poniéndome agua en la frente y las mejillas. "Te desvaneciste", me decía, "te dio ahogo el gentío". Nunca me diagnósticaron claustrofobia, pero poco a poco mi devota madre tuvo que dejar de llevarme a misa, y cuando me llevaba, ya viviendo en la capital, nos quedábamos en las bancas más cerca de la puerta, y casi siempre mediaba la promesa de ir a comer a la Pizza Boom, porque íbamos a Don Rúa. Comer pizza me gustaba, y la misa con puerta de salvación a dos metros era una experiencia menos asfixiante. Pero volviendo a las fiestas, también las fiestas me costaron siempre, las fiestas como tales, anónimas, sociables. Ir a discotecas con amigos lo llevo bien, una contradiccón que por un tiempo creí una cura, hasta que me vi en una fiesta de nuevo. Cuando digo fiestas me refiero a multitudes, con un buen porcentaje de desconocidos, o bien conocidos que no me interesan, música fuerte y mucha gente hablando más fuerte aún.

No puedo. No sé, no puedo. Ya no puedo. He podido, pero quizá ya no me interesa poder. Precisamente vengo de una fiesta. Salí huyendo. Llovía. Al llegar a mi casa, tomé agua mientras me comía una bolsa de congamix. Hoy no esperaba correo (igual no había). Me puse a escribir esto, y al mismo tiempo hablaba con uno de mis mejores amigos, al que le contaba sobre la agudización de mi insociabilidad. Él insistía en que yo no era insociable:

— Yo he visto como te llevas con la gente Elmer, y eso no es ser "insociable"... ay bueno eso puede ser, pero me parece que nada más andas apático y eso es normal en todos.
— Que más da.
— Ay, vamos Elmer, yo sé que no es que te interese menos ser sociable, ¿qué tenes?
— No creo tener "algo", es que soy más así, no sé, uno crece, y se va haciendo más como es.
— Ok... bueno, pues si te aceptás así yo también lo haré :) jejeje como que si me estuvieras diciendo que volviste a entrar al closet jejejeje.
— Jaja... a uno de los tantos closet que uno tiene en la vida.
— Sí, son varios, pero así pasa.... Mirá, cuando me pase la gastritis vamos de nuevo al Buffalo Wings, como la vez pasada.
Iremos. Supongo. Disfruto de su compañía, de la compañía, incluso me gustan las "reuniones", es decir, grupo moderado de gente platicando con música de fondo, alcohol, cigarros, risas, anécdotas, algún gracioso, algún vulgar, algún tonto. Claro, también las reuniones terminan fastidiándome cuando son la misma repetida. Entonces me ausento, y terminan ausentándome. Y todo tiende a empezar, para llegar inevitablemente a estas conclusiones. Supongo que por eso escribo, porque es una manera solitaria de existir, de comunicarse, de recrear el mundo a mi antojo, de inventarme a este que se confiesa como si fuera yo.

Hasta aquí mi discurso de hoy, este "after party" solemne y desganado, que hace que me guste tanto Marcel Proust cuando dice que
"todas las desdichas de los hombres derivan de su incapacidad de vivir aislados en una habitación".

El playlist


Si usted es observador y escuchador, habrá notado, querido lector, querida lectora, que hace unos días agregué allá abajo de este mi blog un playlist (¿una playlist?) con la intención de presumir mi gusto musical, del que estoy orgulloso como de un hijo triste. Pero lo hice también con la intención de compartir. Soy de los que de pronto detiene a la gente y le pone una canción y exige plena atención. No todos me toman en serio, hacen como que oyen, pero no les importa, y yo me doy cuenta, y ellos me importan menos. Mis amigos reniegan burlones de mi iPod: "¡deprimente!" me acusan con su felicidad de top 10, mientras yo casi me alegro de aburrirlos con mis canciones. Es que mis canciones y yo tenemos algo entre manos, quizá un plan de suicidio a plazos, o un largo viaje de contado, una confesión escandalosa, o simplemente ganas de vivir atormentándonos los días. Mis canciones se repiten y repiten y repiten, y de pronto se me olvidan, quedan ahí sonando para nadie, hasta que las reencuentro maravillado. Pues eso, mis canciones, una cuantas, suenan en mi playlist, así que escúchelas por vafor, como si usted de verdad me quisiera.

lunes, octubre 06, 2008

La importancia

Un día, no muy lejano, en un lugar, demasiado cercano, pensé que podía prescindir de la importancia. Importar y que me importen. Pero quizá me falta saturar mis prioridades hasta eliminar por completo esas ganas locas de ganar. Talvez un buen día pase, pero ya no va a importar.


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RAE:
Importancia: 1. Cualidad de lo importante, de lo que es muy conveniente o interesante, o de mucha entidad o consecuencia. 2. Representación de alguien por su dignidad o cualidades.

sábado, octubre 04, 2008

Capsulitas


Hoy me dijo un doctor que estoy sano, que solo tengo una glándula retorcida, que mi dolor se cura con capsulitas. Creo que me puse contento porque no me gusta el dolor, pero también no me puse contento porque no me gustan las capsulitas. Luego empezó a llover, llegué a mi casa y busqué ese correo que no va a llegar. Entonces me acordé de las capsulitas y me tomé una. Uno de los dolores se me quitó.

miércoles, octubre 01, 2008

El viento


El viento tiene fama —fundamentada— de llevarse cosas. Se las lleva, sí, a veces de forma sutil y hasta poética, y a veces de forma desatrosa y cruel. El viento es lo más parecido al tiempo: no lo vemos, siempre está ahí, pero lo sentimos, aunque no lo pensemos. Dice la Real Academia de la Lengua que viento es "Corriente de aire producida en la atmósfera por causas naturales", y también dice once acepciones más, y entre ellas dice "Cosa que mueve o agita el ánimo con violencia o variedad". Quien decía del viento también era Juan Rulfo, en "Luvina" quizá es cuando más dijo, quizá lo dijo todo. Eso pensé anoche que lei "Luvina" de nuevo, quizá deba decir hoy porque ya había pasado la media noche, y ya era octubre y octubre trae el viento a la mente, aunque el clima se empeñe en no odebeder tradiciones, y menos a literatos. Estoy resistiendo la tentación de contar —o inventarme— anécdotas con piscuchas y de citar a Alfredo Espino, pero es demasiado fácil ser costumbrista para conmover sin esforzar la creatividad. Quizá prefiera al viento provocando turbulencias en los aviones, o retrasos de tres horas volando —en avión, claro está— de Madrid a Miami, lo prefiero llevándose a Rhett Butler, en las o tildadas de Pessoa, en Campo de Criptana, desde el mar, y sobre todo insolente en mi ventana, gritando y golpeando como si supiera las cosas que pasan adentro.

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